Encargo especial y de cierta emoción, en su día las antiguas escuelas de Salinillas de Buradón estaban rodeadas de vegetación y tres árboles que yo recuerde, un manzano, un ciruelo claudio y un gran cerezo. Con el paso del tiempo se instalaron unas piscinas y construyeron unos vestuarios en la zona donde se actúa. Cuando se nos encomendó la rehabilitación de las antiguas escuelas las homenajeamos con la escultura libro que recuerda el uso, pero quedaba homenajear al lugar que se perdió y creamos el punto de encuentro que no dejan de ser tres marquesinas que me recuerdan a esos tres arboles desaparecidos.